Canto General - Vegetaciones - María Farandouri

domingo, septiembre 18, 2016



Cantata de Mikis Theodorakis sobre el poema de Pablo Neruda.





Vegetaciones


A las tierras sin nombres y sin números 

bajaba el viento,
desde otros dominios, 
traía la lluvia hilos celestes, 
y el Dios de los altares impregnados 
devolvía las flores y las vidas. 

En la fertilidad, en la fertilidad, 

en la fertilidad crecía el tiempo. 

En la fertilidad crecía el tiempo. 


En la fertilidad, en la fertilidad, 

en la fertilidad crecía el tiempo. 

En la fertilidad crecía el tiempo. 


A las tierras sin nombres y sin números 

bajaba el viento
desde otros dominios, 
traía la lluvia hilos celestes, 
y el Dios de los altares impregnados 
devolvía las flores y las vidas. 

Traía la lluvia hilos celestes, 

y el Dios de los altares impregnados 
devolvía las flores y las vidas. 

El jacarandá elevaba espuma 

hecha de resplandores transmarinos, 
la araucaria de lanzas erizadas 
era la magnitud contra la nieve.

El jacarandá elevaba espuma 

hecha de resplandores transmarinos, 
la araucaria de lanzas erizadas 
era la magnitud contra la nieve.

El primordial árbol caoba 

desde su copa destilaba sangre, 
y al Sur de los alerces, 

El árbol trueno, el árbol rojo, 

el árbol de la espina, el árbol madre, 
el ceibo bermellón, el árbol caucho. 

El árbol rojo, el árbol de la espina, 

el árbol madre, el ceibo bermellón, el árbol caucho. 

El árbol rojo, el árbol de la espina,

el árbol madre, el ceibo bermellón, el árbol caucho. 

El árbol rojo, el árbol de la espina,

el árbol madre, el ceibo bermellón, el árbol caucho. 

Eran volumen terrenal, sonido, 

eran territoriales existencias. 

Eran volumen terrenal, sonido, 

eran territoriales existencias. 

Un nuevo aroma propagado llenaba, 

por los intersticios de la tierra, 
las respiraciones convertidas en humo
y fragancia.

El tabaco silvestre alzaba 

su rosal de aire imaginario. 

A las tierras sin nombres y sin números 

bajaba el viento
desde otros dominios, 
traía la lluvia hilos celestes, 
y el Dios de los altares impregnados 
devolvía las flores y las vidas. 

En la fertilidad, en la fertilidad, 

en la fertilidad crecía el tiempo. 

En la fertilidad crecía el tiempo. 


En la fertilidad, en la fertilidad, 

en la fertilidad crecía el tiempo. 

En la fertilidad crecía el tiempo. 


A las tierras sin nombres y sin números 

bajaba el viento
desde otros dominios, 
traía la lluvia hilos celestes, 
y el Dios de los altares impregnados 
devolvía las flores y las vidas. 

Traía la lluvia hilos celestes, 

y el Dios de los altares impregnados 
devolvía las flores y las vidas.

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